Crónica urbana: Desde el río cinético: una mañana a puro color

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Sábado, 30 de noviembre 2019.

El fundamento para la invención del arte es el espacio: la obra ha de ser un ente viviente, y para poder percibirla uno ha de desplazarse.

Carlos Cruz-Diez

Recorrido Urbano [Desde el río cinético], experiencia de ciudad diseñada por #CCSen365 | Hashtag oficial: #ReconciliandoCCSsinMiedo11

No pasa un día en que sus creaciones, mágicas interpretaciones del color, no nos sorprendan en el paisaje caraqueño. De este a oeste, la obra de Carlos Cruz-Diez –algunas muy deterioradas- se inserta en espacios arquitectónicos y urbanos de Caracas, ese maltratado y a la vez hermoso museo a cielo abierto que LuisRa Bergolla, el capitán al frente de [CCSen365], se ha propuesto mostrar, caminar, (re)descubrir, rescatar.

Dice Mecano en la letra de “Eugenio Salvador Dalí”, de su disco Descanso dominical (1988): “Los genios no deben morir”.

Pero el sábado 27 de julio, en esa París soleada que tanto quería y en la que había hecho vida desde 1960, Carlos Cruz-Diez moría a los 95 años de edad. Un tuit le quitó color a la mañana del domingo: “Estamos de luto: fallece en París Carlos Cruz-Diez, uno de los máximos exponentes del arte cinético a nivel mundial”, informaba Atelier Cruz-Diez París a través de su cuenta de Twitter.
Y llovieron las muestras de afecto y gratitud que se ganan con esfuerzo, nobleza, voluntad y trabajo, mucho trabajo, ese al que Cruz-Diez le dedicó su vida para demostrarnos la simplicidad y complejidad del color, para educarnos en la manera cómo lo percibimos, para hacernos comprender que una obra de arte tiene vida en la medida en que interactuamos con ella, nos desplazamos para entenderla, apreciarla, vivirla.
 
Del 20 al 30 de noviembre del 2019 se celebró en Caracas la Semana Cruz-Diez, 10 días dedicados a recordar la obra y la memoria del maestro del cinetismo en los que hubo conciertos, exposiciones, proyecciones de documentales, recuperación de pasos peatonales y recorridos guiados a cargo de [CCSen365] gracias a la iniciativa de la Embajada de Francia en Venezuela.

 “Desde el río cinético” nos reunió el último sábado de noviembre. Una convocatoria gratuita para 30 personas que nos disponíamos a caminar desde Las Mercedes hasta El Rosal para apreciar la obra de Cruz-Diez en esas zonas de la ciudad. Había jóvenes y no tanto. La mayoría con sus sombreros para protegerse del sol inclemente que esa mañana iluminaba la ciudad. Le dábamos la bienvenida al diciembre de cielos hermosos, de luz única, de clima perfecto que nos regala el valle caraqueño.

Nos concentramos en la entrada del Hotel Paseo Las Mercedes para allí comenzar el recorrido hacia la Torre ABA. “Nadie delante de él, nadie detrás de ella”, nos dice LuisRa antes de comenzar a caminar y señala a dos voluntarios que serán nuestros centinelas en el camino. 

Cuenta LuisRa Bergolla que el recorrido que estamos a punto de comenzar responde a una zona de Caracas que le interesa mucho por la transformación que está viviendo, por una cuestión de ordenanza municipal, sin que nadie la detenga.

En Las Mercedes se están construyendo torres que no serán habitadas, se están transformando capitales dudosos en obras vacías. Están destrozando nuestra herencia neovasca”, destaca Bergolla. Y sentencia: “Esto lo debemos registrar”.

Pero no es solo lo que se está construyendo, sino con lo que se está acabando. El 3 de diciembre de 2016 fue demolido el emblemático edificio Gastizar, en la avenida Orinoco de Las Mercedes. Fue diseñado por el proyectista vasco Miguel Salvador Cordón, quien llegó a Venezuela a finales de los años 30 huyendo del franquismo. Permaneció en pie casi 70 años.

El Rosal y Las Mercedes son urbanizaciones hermanas que pertenecían a la antigua Hacienda Las Mercedes, propiedad de Enrique Eraso y Mercedes Eraso de Rodríguez, terratenientes que se convirtieron en importantes promotores inmobiliarios a partir de la década de los años 40.

Junto con el ingeniero mexicano Guillermo San Román crearán la compañía Venezolana de Inversiones C.A. [VICA], clave en la urbanización, primero de El Rosal y luego de Las Mercedes, en donde impera el estilo neovasco.

Para San Román era importante crear atractivos para las nuevas urbanizaciones. Se instalaron bombas de gasolina, se construyó un nuevo puente y la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, el Hotel Tamanaco, el Centro Comercial Automercado… todo con el fin de dotar de servicios a la nueva zona.

Cuenta Bergolla que Las Mercedes se salvó de no ser un fracaso comercial cuando las empresas petroleras asentadas en el país en aquel entonces comenzaron a comprar y alquilar casas para sus expatriados. La urbanización era lo más parecido a una ciudad jardín: la vivienda está aislada al centro de la parcela rodeada de jardín. No había rejas, ni división de parcelas. “Y eso está mutando, hay construcciones que deben ser salvadas. Que no sucedan más demoliciones”, destaca.

Estamos en la Torre ABA. Obra a cargo del arquitecto Julio Maragall Mc-Gill para Inversiones A.B.A (Angarita, Baptista y Arévalo S.A.) cuya construcción finalizó en 1974.

Para esa época Carlos Cruz-Diez está desarrollando su intervención Los Silos del Puerto de La Guaira, obra proyectada por el arquitecto Jimmy Alcock y conocida como Cilindros de Inducción Cromática [1975].

Atraído por la propuesta del maestro, Pedro Luis Angarita lo convoca para un trabajo en la nueva torre. Cruz-Diez desarrolló una propuesta muy parecida a la de los silos, lo que no convenció a Angarita y compañía. Querían algo distinto. 

Y fue cuando el maestro Cruz-Diez le dio vida al techo y al piso de la planta baja del edificio con la obra “Ambientación cromática” [1975], que fue restaurada en 2005, año en el que el edificio fue considerado Bien de Interés Cultural según decreto Nº 181, publicado en Gaceta municipal extraordinaria Nº 128-04/2005 de fecha 14 de abril de 2005.  “Se trata de la primera experiencia de integración de las artes en la cual participó este artista”, reseña el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2005.

Todos tratamos de hacernos la foto en contrapicado para que salga el techo. Cada quien busca su mejor ángulo.

Cruzamos la calle en dirección a la Avenida Principal de Las Mercedes para continuar el recorrido y nos detenemos en la Galería Graphicart, ese pequeño pero reconocido enclave en el que Magdalena Arria encontró un nicho para el múltiple y la serigrafía. Un lugar, además, importante para aquellas parejas jóvenes que quieren construir su propia colección de arte, recuerda LuisRa. Y, por supuesto, Cruz-Diez fue importante en su etapa inicial. “Es preferible una buena gráfica que un mal cuadro”, decía el maestro.

Arria lo recuerda como un gran ilustrador, diseñador y diagramador con el que siempre mantuvo comunicación; aunque cuando el maestro partió a Europa perdieron un poco el contacto, que retomaron a su regreso del Viejo Continente, donde había triunfado como artista.   

Recuerda lo importante que fue tanto para Cruz-Diez como para Jesús Soto la relación con la galerista francesa Denise René, especializada en arte cinético y op-art. Fue ella quien hizo despuntar las carreras de estos venezolanos, así como de Victor Vasarely y Le Parc, entre otros.

Cuenta Arria que inauguró su galería cuando trabajaba en el taller de Bello Monte del maestro Cruz-Diez. Luego vino el de Chapellín, que aún existe. “En Bello Monte Cruz-Diez desarrolló toda su obra de calle, los primeros pasos peatonales, los silos de La Guaira, la Cromointerferencia de color aditivo en el aeropuerto internacional Simón Bolívar, el Muro de color aditivo para el río Guaire. En ese momento Diego Arria era el gobernador del Distrito Federal y le dio mucho apoyo a esa labor”.

Aplaudimos a Magdalena Arria y en orden salimos de su pequeña galería donde ese día exponía su obra María Elisa Pifano.


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Tomamos la Avenida Principal de Las Mercedes. Y nos paramos en la Plaza Alfredo Sadel. La tarde de este sábado será la clausura de la Semana Cruz-Diez con un espectáculo de video, música y arte. Nos detenemos para que Verónica Rivas, de Mágica Mutación, nos cuente sobre el trabajo que realiza con su tienda de diseño textil venezolano. “Es una marca de moda. Nos hemos especializado en interpretar en textil obras de arte e  iconos venezolanos, especialmente caraqueños”. Se incluyen, entre los artistas, Mateo Manaure, Carlos Cruz-Diez y Jesús Soto. La nueva colección estará dedicada a Juvenal Ravelo y Fernand Léger.

Continuamos nuestro camino por la avenida principal entre gaitas que suenan desde los puestos que venden pinos naturales, luces, adornos y matas de Navidad. No son muchos, como en años anteriores, tampoco hay gente comprando. Nosotros, la “manada urbana”, nos detenemos, miramos y seguimos. El tiempo apremia.

Paramos en Beatriz Gil Galería. Allí nos espera el video-arte Contrato Colectivo Cromosaturado [2012] de Alexander Apóstol. No lo veremos completo pues dura 51 minutos. El artista barquisimetano y residenciado en Madrid nos tiene especialmente preparada una video-cápsula explicativa sobre su instalación audiovisual en donde refleja la reciente historia política de Venezuela, traducida al colorido y vibrante arte cinético del maestro Carlos Cruz-Diez. 

Avanzamos en dirección a El Rosal. Ya casi es mediodía. Hay sol y calor. “Tomen agua”, nos dice uno de los centinelas.

Cruzamos la Avenida Río de Janeiro y nos detenemos frente al Río Guaire, al costado del puente que comunica El Rosal con Las Mercedes, construcción en estilo art deco de Carlos Guinand Sandoz de 1941 llamado Puente de Las Mercedes [un poco más al oeste está su gemelo: Puente Las Acacias].

Estamos allí para apreciar el “Muro de color aditivo. Río Guaire” [1975].

Toma la palabra Susana Benko, licenciada en Letras en la Universidad Central de Venezuela, investigadora, crítico de arte, curadora, docente y museóloga. Trabajó con Cruz-Diez en el diseño de la exposición permanente sobre su obra para el museo que lleva su nombre, Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, ubicado en la avenida Bolívar de Caracas.

Me voy a referir a lo que consistió la lógica Cruz-Diez”, dice Benko, mientras transeúntes y conductores desde sus carros se nos quedan mirando como grupo que estamos allí todos parados al borde del río, donde se encuentra la obra del maestro.

La base de toda la investigación de Cruz-Diez –continúa Benko- es el color, su comportamiento en función de los cambios lumínicos y, sobre todo, cómo lo percibimos. En función de esa investigación armó una serie de obras diferenciadas, algunas con títulos a veces difíciles de retener”. Reímos.

Varios principios trazó el maestro en sus estudios sobre el color. El primero -dice Benko- fue indagar y llegar a conclusiones. “Percibimos el color gracias a la luz, sin ella no lo vemos”.

El segundo principio está relacionado con la inestabilidad del color. No es un invento del maestro, asegura la investigadora, es una deducción a la que llega luego de observar el medio ambiente. “Al pasar las horas percibimos el color de manera distinta porque cambia la luz. Y eso lo trasladará a sus obras, a sus investigaciones”.

Asegura Benko que el propósito de los cinéticos es trascender el plano. No quieren que como espectadores nos quedemos solo con mirar la pintura; quieren que seamos activos. Surge el tercer principio: indagar sobre cómo el cuadro expresa la inestabilidad que percibimos.

Y para ello Cruz-Diez fragmenta la obra con líneas y contrapone colores contrastantes que generen un choque retiniano, que produce una vibración determinada.

La serie de Colores aditivos, a la que pertenece Muro de color aditivo. Río Guaire con una extensión de 1300 metros de largo, consiste en poner en alternancia colores que son opuestos, y el choque que se produce entre esos dos colores repetitivos genera un tercer color que no existe físicamente. Es una ilusión. Y ese principio va a prevalecer en todas las series de pequeño y gran formato de Cruz-Diez”, asegura Benko.

Y agrega: “La transformación es fundamental en la obra de Cruz-Diez. Y con el desplazamiento vemos cómo cambia esa obra. Cómo se trasforma el color”. Cuarto principio.

Pero, además de todo esto, para el maestro era sumamente importante que el color nunca fuese esclavo de la forma, que nada lo sujete, que no esté restringido. Y así lo percibimos. 

Una participante dice: “En qué momento voy a pasar por aquí y sacar el teléfono. Solo puedo hacerlo aquí, con ustedes”. Y entonces todos fotografiamos el muro desde el Puente Las Mercedes que estamos atravesando.

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Y seguimos caminando hacia El Rosal. Nos paramos ahora frente a la Torre Banesco, diseñada en 1993 por Celina Bentata como primera sede del banco, a cuya colección pertenece Inducción cromática por cambio de frecuencia doble faz [1983], esa espigada vela que nos obliga a mirar al cielo –y con un nombre difícil de retener-.

Nelly del Castillo, arquitecto de la Universidad Central de Venezuela y magíster en Conservación y Restauración de Monumentos, toma el megáfono para hablarnos de su participación en el Gran Proyecto de Recuperación del Patrimonio Artístico-Monumental de Carlos Cruz-Diez, iniciativa que lleva adelante el estudio de arquitectura In Situ Art Projects junto con el Atelier Cruz-Diez de París, la Galería Odalys y financiamiento privado.

Son 223 las obras que pretende rescatar este proyecto, distribuidas en espacios urbanos de unos 35 países, 157 de ellas en Venezuela. “Mi trabajo en este momento consiste en realizar un pre-diagnóstico, no un diagnóstico exhaustivo, del estado de conservación de algunas obras monumentales del maestro que están ubicadas en el espacio público”.

Ese pre-diagnóstico, cuenta, se traduce en una ficha y la logística de la obra que pudiera estar comprometida. “En todas las obras monumentales no solo se compromete lo que un restaurador pudiera abordar como la materialidad de la obra. Cuando trabajamos en obras monumentales, a los arquitectos restauradores nos pesa mucho el tema del paisajismo, la iluminación, el soporte, la aproximación e, inclusive, la atmósfera, que es algo que el maestro contempló”, continúa Del Castillo. “Es importante mantener la atmósfera, que es un espacio de protección invisible para tener la percepción de la obra tal como el artista la concibió”, concluye.

El proyecto de recuperación, afirma, está en la primera etapa, aunque ya hay estimaciones presupuestarias. ¿La prioridad? El piso de Maiquetía o la Cromointerferencia de color aditivo, la obra Fisicromía Cóncavo-Convexa. Homenaje a Don Andrés Bello de Plaza Venezuela y el mural del Banco del Libro en Altamira.

Son cerca de las 12 del mediodía. Llevamos tres horas de recorrido. Y nos acercamos al final. Nos dirigimos al Centro Cultural Chacao, donde se exhiben las exposiciones Efímeras –piezas que se imprimen para ser exhibidas y se destruyen al clausurar la exposición- y Didáctica y dialéctica del color.

Esta última muestra que se presenta en el piso superior de La Caja se expuso por primera vez en 1980 en la Universidad Simón Bolívar. Es una exposición que revisa las principales investigaciones de Carlos Cruz-Diez para entender el desarrollo de los colores aditivos, inductivos, sustractivos y reflejos que se declinan en las obras del maestro.

Han pasado cuatro horas desde que partimos del Hotel Paseo Las Mercedes. Hemos reído, aprendido, compartido, caminado en el recorrido de [CCSen365], el último para concluir un año de encuentros y experiencias que continuarán en 2020. Pero, sobre todo, hemos caminado. Mucho. Sin miedo.

Como dice la canción “Caracas te quiero” de Masseratti 2lts, la banda de los hermanos Fernando Gómez y Armando Gómez, “Caracas te quiero: vivirte sin miedo”. Y así lo hicimos esta mañana.

Foto Grupal | Gonzalo Granner
Esta crónica refleja la experiencia de [Desde el río cinético], un recorrido peatonal especialmente diseñado para la Embajada de Francia en Venezuela y su Semana Cruz-Diez.
Autores:

Hilda

Crónista Urbano

Gonzalo

Fotógrafo Urbano

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